Mi ciudad está situada en la Tierra Media debajo de los bosques de Pirene, la más hermosa hija del dios Túbal, dueño de estas tierras. Ella era la cuidadora de las aguas de la montaña y de un río llamado Ebro y procuraba que ningún bichito se comiera las plantas. Y como había uno muy travieso, Covid, que se metía donde no debía, mandó quedarse en casa a todos los niños con sus papás.
Y esto les recomendó a los habitantes de su barrio para que sus nietos no se aburrieran. Pues era un barrio muy solidario. Hace 45 años sacaron un virus, solo uno, pero muy grande, una fábrica que contaminaba las casas. Hoy quieren sacar muchísimos más, aunque muy pequeñitos, que están entrando en nuestros cuerpos:
En 1975 gritaban ¡Fuera la Química! ¡Todos a la calle!
En 2020 whasapean ¡Fuera el virus! ¡Todos en casa!
(Temporalmente este blog quiere contribuir a ese sentimiento de afectuosa civilidad que nos reclama la pandemia del Covid-19, sobre todo con los abuelos y niños pequeños)
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